Por: Germán Laris
La música es una herramienta mediadora entre nosotros y todo lo demás. José Parra en «La caja de voz» nos acerca al primero de los instrumentos musicales, el canto construye acordes los cuales son reproducidos a partir de nuestro propio cuerpo y establece una relación frente a las otras sonoridades.

La Caja de Voz
Óleo sobre tela (2017)
46 x 30.5 cm.
La pintura en si muestra una caja mecánica con el anexo de una cabeza humana, la acción repetible de un acto de comunicación que transmite una forma de sensibilidad, cuando posee un rostro agradable podemos acaso reconocernos en sus creaciones o mensajes contenidos. José Parra confiere a una mujer el mostrar su corazón como prueba de que es una persona que siente, y que en un gesto para atender a quiénes acuden a ella, desciende los cristales de sus lentes.
En el reflejo el mismo cielo que aparece de fondo la vuelve transparente a instantes, como si algo en su presencia acude a lo inmaterial para manifestarse, en esto José Parra representa la música en comparación frente a la luminosidad. Este artilugio de inciertos mecanismos, exige al espectador el localizar una serie de armonías, como el del contorno del peinado en su forma semejante al corazón, el suelo árido citando visualmente al silencio, la linea del horizonte justo en el nivel que la maquina y la cabeza se unen, en todo ello José Parra crea un dispositivo a través de la estructura que compone la imagen en su totalidad. Es así que; la obra prevalece como la suma de pinceladas que le aportan un orden especifico a su personal melodía.
