Por: Germán Laris
Despertar es un retorno, la conexión más íntima con las habitaciones de la vasta consciencia que sentimos existe al interior de las apuestas de un onirismo que propicia las catástrofes.
Acrílico sobre tela 2011.
El pintor Alejandro Ontiveros eslabona un compendio de espirales visibles o en forma de trazo edificante de la sensación de tránsito lento entre el asumir que abandonamos parcialmente la necesidad de fantasías. Una mujer boca abajo dueña de una cornamenta ramificada y fractal, adhiere la yema de sus dedos hasta fundir la punta para retener lo que suponemos es una inmersión placentera de ese otro extremo, su pezón descubierto roza la superficie sobre la que reposa, el hombro se contorsiona tocando el lóbulo de su oído, esta forma de movimiento contraria anatómicamente los movimientos naturales. su cuerpo es enterrado por las líneas y contornos de un manto enrojecido que conecta con la oscuridad subyacente, el punto de luz emana desde el mismo que el espectador observa, nos encontramos despertando en algún sentido.
El colibrí es el segundo instante focalizado, sobrevuela suspendido y en alerta como esperando un pretexto razonable para continuar volando. Correggio representar a Venus dormida junto a cupido mientras es acechado por un Fauno, el tema greco latinos fueron retomados durante la época de oro de la pintura española, José de Rivera y Sileno ebrio, crean el lazo entre el sueño, la embriaguez, inducida por sustancias o medios extáticos, potenciadores de nuestra iniciación en el imaginario profundo de las mitologías.
Arte en Jalisco 