Por: Raúl Ramírez García
De oficio monero, cartonista, diseñador free lance sobrexplotado, agarró tablas artísticas para sobrevivir al naufragio de la mediocridad. En sus pininos trabajó diseñando paletas, creaba patas de charamusca, manos pachonas, pa’Chana y pa’ Chinta, los golosos dulceros saboreaban obras de arte. Colaboró en revistas estudiantiles con sus altisonantes caricaturas mentadoras de madres hasta por los ojos aulladores y sus retorcidas patas. Incursionó por primera y última vez en el periódico Uno más Uno, debido a que censuraron su firma, pues en lugar de poner Infeliz, pusieron adrede Infel, por tal motivo Gilberto Ortega Ortega, de Carrizo, Guanajuato, alias El Infeliz, reclamó con justa razón al editor del periódico por qué habían mutilado su nombre y éste socarronamente respondió que en México nadie era infeliz.

El Infeliz no se arredró y siguió adelante, siempre con su objetivo de retratar el alma negra, la bazofia y drenaje truculento de los gandallas, ojetes, pasados de longaniza, como ratifica él mismo en sus entrevistas o autobiografías:”…el arte es un bizcochito de rica nalga y cara cicatrizada que se para en la misma esquina y bajo el mismo farol que sus hermanas: la medicina, la política y la religión.”

El Infeliz es feliz en su casa taller de la Mesa Colorada, casi al borde de la barranca de Huentitán, allí crea sus esculturas y pinturas que tratan de retratar a los shitmen, a los corruptos, clérigos y móndrigos políticos son of the gun. Con trazos firmes, decididos, precisos, macizos y concisos, refleja en su obra pictórica y escultórica su repudio a los opresores, represivos, explotadores y utilitaristas cerdoneoliberales. Como el infeliz afirma: “Medio retrato al humano gandalla, sacándole lo madreado, expreso en mi obra una contestación a los changos lerocus que mueven los hilos del poder”. Su obra plástica refleja de pies a cabeza un repaso y ajuste de cuentas a los milites, plébanos, políticos, industriales, empresarios y demás ojeis. Su estilo se caracteriza por distorsionar la estética académica, tradicional y clásica, aportando un grotesco muy a lo Infeliz que él mismo lo insinúa como “Abstraccionismo figurativo” Aunque para mí, El Infeliz se ubica no nada más en un abstraccionismo figurativo para que la gente se fije en lo más negro del ser humano, particularmente en los pasados de lanza. El infeliz para mí se ubica en un expresionismo cubista-polimórfico-neobarrocavernícola, donde se dan la mano y fusionan grosso modo varios estilos, en un alarde de dominio técnico disolviéndose en un contenido agresivo, para gritar con instinto primitivo a pulmón pelado: “¡¡¡LA BELLEZA ES UN PELLEJO EN BUSCA DE LA LUCIDEZ.¡¡¡” Si no, nomás echen ojo a su obra.


