Por: Germán Laris
La caja representa el límite espacial del cuadro pero a la vez la condición esencial del cuerpo a modo de contenedor. En la pintura así titulada José Luis López Galván va a ir marcando la ambiguedad del volúmen corporal y sus bordes. La mujer por ello tiene una mano sobre la rodilla y otra sobre el pecho. Su mirada está en diálogo con un pajáro negro una especie de mensajero del exterior.

90cm x 90cm.
óleo/ tela. (2021)
Los espectadores siempre van a encontrarse afuera de la caja. De los otros cuerpos y la superficie de la piel es una frontera mediadora. La ropa y los tatuajes son señuelos que José Luis López Galván ofrenda a manera de indicios. La ropa estirada hasta el extremo de su resistencía es un complemento a la voluptuosidad silenciosa. El contenedor niega sus más secretas aspiraciones y viste con un disfraz que la mirada ingenua reducira a este flujo de carne. El cual Galván ya había explorado en sus mujeres de agua autocontenidas. Su caja es una reflexión sobre la materia plástica con retos opticos para ser explorados.
Lineas o formas volumétricas con una proporción que fluctúa con ambigüedad. Lo que propone José Luis López Galvan es una aproximación sensorial a la pintura y sus misterios.

Cada vez que la veo la encuentro más atractiva que la vez anterior. Encuentro detalles que antes no.
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