Por: Germán Laris.
Si bien lo esencial trasciende a la apariencia es en el rostro humano dónde las huellas de la vida interior emergen. En la pintura de Mónica Álvarez Tostado las presencias de personajes callados buscan en si mismos respuestas. Su obra titulada UNO es un reflejo que está imbuido en el despliegue de sus otros reflejos resultantes.

«UNO»
Óleo sobre lienzo
120 x 150 cm
El giro que configuran ambos perfiles genera una especie de mascára frontal. Hay cierta delicadeza a su vez una contundencia extraída de cierta visión cultural no determinada. Tenemos entonces una suma de estructuras cambiantes dependiendo de la manera en que la percepción las ordene. En un plano central los ojos miran fijamente pero inmersos en la transición de un efecto de gradaciones volumetricas planteado por la artista para mostrar la transparencia luminosa de dichas gradasiciones cromaticas.
Los cuellos fragiles de los personajes y sus perfiles generan otras formas aleatorias, Mónica Álvarezrez Tostado suguiere símbolos entre las dos figuras hay una cruz TAU, quizás es un distractor para señalar de modo indirecto las manos que parecieran desear acercarce a la superficie intermedia del reflejo y así encontrarse consigo mismo.
