Por: Germán Laris
El fuego despoja y abre espacio, al igual que la naturaleza tiene una fuerza que nos rebasa en lo individual. Las deidades suponen atajos para restarle poder a un absoluto envolvente y como en el caso del fuego un supresor potencial del ser humano. Sofía Echeverrí al citar a la condición polifónica del bosque consumido quizás inspirada por el crujir de las existencias que muerden las llamas.

»Lengua de la chamana en resistencia
o extinción de la polifonía de un bosque»
Acrílico/tela .80 x .70 m.
Los restos arqueológicos son eslabones de diálogos rotos en algún momento. Sofía Echeverrí en su obra nos traslada a reconocer las pérdidas por descartar o someter a ordenes jerárquicos unívocos. Lo dicho es olvidado los afectos pasajeros y los recuadros de color nos recuerdan nuestra necesidad de omitir las catástrofes. La distancia de los grises al color puro concibe entornos que acaban repeliéndose mutuamente. El fuego es el lenguaje que borra y arranca de tajo razones ajenas a la impuesta.
