Roberto Rébora

Por: Germán Laris

Algunas de sus imágenes parecen provenir de recuerdos extraviándose en la mente o emanando de una visión profética carente de explicaciones, Roberto Rébora cifra en un despropósito la naturaleza de la pintura no acotada por argumentos que justifiquen su tendencia a la desmesura. Los equilibrios espaciales en la manera de resolverlos demuestran un ingenio propio y una variedad de aportes los cuales tampoco intenta reducir a lecciones, ni sistematizarlos. Resultaría contradictorio entender los espacios lisos en contraposición a la innumerable mezcla aditiva de capas de color transparente de sus pinturas al temple, así también los sutiles gestos y las manchas inscritas en personajes de variadas complexiones. Roberto Rébora nutre de la comedía humana estos desequilibrios que instala dentro del horror cotidiano o en medio del vacío de la plaza pública. Toulouse Lautrec representó este cruce del horror de alcoba, a veces reducido a elemento trágico ignorado en la mitad de la calle. Los escenarios de amplitudes casi desérticas en los cuadros de Roberto Rébora nos sitúan a merced de esa nada que drena lo esencial de los cuerpos visibles.

Del dibujo que describe la orilla de las cosas y seres el trabajo de Roberto Rébora ha ido asociando los planos del entorno y los que componen el volumen para crear un discurso plástico. Su bagaje experimental incluye los ecos del expresionismo tardío qué entiende una subjetividad individualista, la cual  en ocasiones delimita un erotismo arrasador en su delirio. En una vía opuesta dialécticamente encontramos los desplantes futuristas en su serie Media Star. El presente amolda validando los accidentes del pulso en la línea, como si la pintura en su calidad de ente vivo aportara una eco que no desea ser dominado y que Roberto Rébora libera a través de sus temperas con pigmentos de color reluciente.

La urdimbre de líneas que componen los entornos de las pinturas de Roberto Rébora desafía a la mirada que escudriña. Las transformaciones del color impresionista derivan de las teorías de un tejedor de tapices Michel Eugéne Chevreul . Alguien ajeno al arte aporto una de las bases del primer estilo moderno. La obra de Roberto Rébora une eficazmente varios hallazgos propios y otros como consecuencia de la reflexión efectuada desde la pintura en sí misma. Esta base de oficio es la que las escuelas del arte moderno siguieron cuestionando. Los valores fundamentales de la pincelada y su pertinencia constructiva. Roberto Rébora acude a una abstracción sutil y esencial de la que de pronto irrumpen cuerpos con una expresividad humana que confronta. Las líneas curvan el plano o crean inclinaciones específicas. Roberto Rébora desencadena espacios sugeridos o superposiciones atmosféricas. La capacidad de combinaciones equivale a que cada pincelada es un fragmento a través de un sistema sujeto a transformaciones ingeniosas. El pintor encierra en persianas desgarradas o edifica fondos que sostienen a figuras gestuales.

Enlaces a material audiovisual de la visita guiada y comentada con Roberto Rebora en la exposición «Los Rebora» en el MURA pulsa aqui y aqui

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