Por: Germán Laris
Si hurgamos sobre que detiene nuestra atención sobre una imagen, es acaso un acontecimiento o la conjetura de que algo sucede, no importa la distancia y que tan ajeno nos resulte, o lo precario de los indicios. Los espacios construidos a modo de paisajes artificiales, las casas entre edificios aculándose hasta formar ciudades. Samuel Meléndrez Bayardo en sus pinturas desde las azoteas, que a la vez narran la vista dirigida en tal dirección de las alturas, donde cosas ocurren a la intemperie. Describir la inmensidad minuciosa de acontecimientos humanos que desgastan y van reconfigurando esos espacios cerca del suelo, poseen sus anclajes en miradas antes o después de que eso que conocíamos ha cambiado. El ser humano está mencionado por el artista, al menos indirectamente por medio de los análisis ergonómicos sobre las medidas relativas a un uso de diseños arquitectónicos, al abordar la obra de Luis Barragán, el pensamiento de Samuel Meléndrez Bayardo contempla un poco más de cerca; el sentido inefable sobre la presencia del otro. El artista lo consigue porque detectado a través de objetos que describen ciertos aspectos de un momento en su vida en particular, el conjunto de materiales asociados ante la ausencia de una persona que aun no conocemos. Su sombra desgastada por las horas, la pintura de las etiquetas además de los signos de identidad, descubrimos los rastros para edificar fantasmas con una máscara intercambiable.
Las estelas de humo que ennegrece los últimos residuos que ofrendan a un cielo degradado por una luminosidad cromática ininterrumpida, el azul omnipresente aclara uno de los aspectos universales en la obra de Samuel Meléndrez Bayardo, al mismo tiempo el hallazgo de un razonamiento sobre el absoluto. La espiritualidad es un atributo y no una trama inherente a los relatos que las culturas entretejen a sus existencias, las paredes que segmentan las urbes delimitan la experiencia de cualquier conexión que no surja de actos civilizados cuya practica proviene de aprender a imitar. Samuel Meléndrez Bayardo evade el compromiso de entregar una historia solucionada, en cambio fomenta las sensaciones de abandono e incertidumbre natural



